La segunda oportunidad

lunes, 30 de noviembre de 2009

Caminando


[Luz del sol en una cafetería - Edward Hooper]

Apesar está contento, por lo menos está positivo que no es poco.

Después de mucho tiempo sin apenas postear, ahora estamos recuperando el ritmo y últimamente escribiendo bastante. Nos alegramos de haber recuperado este blog que tantas sensaciones, la mayoría buenas, nos ha hecho vivir. Gracias a él hemos conocido personas estupendas, personas que nos han acompañado, consolado y hecho reír, personas que han aguantado nuestras ausencias y nuestra intermitente falta de sociabilidad bloguera. Personas que, muchas de ellas, continuan ahí y a las que agradecemos muchísimo su presencia.

Han sido tiempos raros, buenos y malos, que parece están dejando paso a otros nuevos. Movimiento, evolución, nada permanece.

Apesardemí lleva funcionando desde diciembre de 2005 en su primera versión, no está mal, nada mal, han pasado cuatro años y aquí estamos, aquí seguimos, vivos y con ganas de vivir. Algo más tocados por la vida pero con más sensaciones maravillosas para recordar. Las malas las iremos olvidando.

Gracias a todas y a todos por haber estado ahí y por seguir estando. Seguimos aquí.

jueves, 26 de noviembre de 2009

El oso del Retiro



Hace muchos años, los que tenemos ya muchos años podemos decir con rotunda propiedad eso de "hace muchos años", existía en Madrid la llamada Casa de Fieras. Era un recinto instalado en el parque del Retiro donde se exhibían fieras enjauladas, un concepto muy diferente de los posteriores y bastante más civilizados Parques Zoológicos en los que los animales viven en un entorno que sin ser idílico es bastante más acorde a sus querencias.

Pues eso, que hace muchos años, cuando Apesar no había nacido y yo vivía en Madrid, la chavalería aprovechábamos cualquier ocasión para entrar en la Casa de Fieras y disfrutar con la visión de aquellos animales que a nuestros ojos inocentes se nos figuraban exóticos y fieros.

La jaula de los monos era una de las que más concitaban las miradas de los visitantes, sus piruetas obscenas y su descaro natural nos tenía hechizados.

Pero a mí, el animal que más me llamaba la atención era el oso, un viejo oso enjaulado en una celda de pocos metros cuadrados que caminaba sin cesar de un extremo a otro del recinto. Nunca paraba de caminar, llegaba a un extremo y giraba para continuar hasta el opuesto. Me daba pena, creía que nunca paraba porque nunca llegaba a su destino, seguramente no tenía destino aunque supongo que él no lo sabía. Caminaba incesantemente mientras, a mí me lo parecía, recordaba otros tiempos y añoraba otros mundos.

Fuí a verle muchas veces, muchísimas, hasta que un día cerraron la Casa de Fieras del Retiro y abrieron un excelente parque zoológico en la Casa de Campo. Me pasé por allí, por su nueva y más bonita casa pero ya no era lo mismo.

Aún lo recuerdo, así lo recuerdo. ¿Quién no ha pasado por situaciones similares?.

martes, 24 de noviembre de 2009

Mapas mentales



 
Los esquemas de los mapas mentales, según la definición de Buzan (2002), “. . . son una poderosa técnica gráfica que nos ofrece una llave maestra para acceder al potencial del cerebro y que se puede aplicar a todos los aspectos de la vida, de tal manera que una mejoría en el aprendizaje y una mayor claridad de pensamiento puedan reforzar el trabajo de los seres humanos”.

Básicamente se trata de colocar en el centro de una página el concepto central sobre el que queramos realizar nuestro mapa y a continuación ir escribiendo los conceptos básicos que sustentan al elemento central, conectándolos a él mediante líneas y en el sentido de las agüjas del reloj. Es conveniente utilizar palabras clave jerarquizadas, dibujos, símbolos, colores, lo que se nos ocurra pero de forma esquematizada y simple.

Es un método para organizar pensamientos, acciones, estrategias, etc. que permite concentrarse en detalles concretos sin perder de vista la necesaria visión global.

Dicen que funciona, ya os lo diré.
 
 

viernes, 20 de noviembre de 2009

Una tarde tranquila


[Habitaciones para turistas - Edward Hooper]

Una tarde tranquila, seguramente demasiado tranquila para lo que le bulle en la cabeza. Enciende el disco duro y busca esa película que le han recomendado, la temática quizás no sea la más apropiada para una cabeza medio gripada pero tiene ganas de verla, aprieta el botón donde se aloja un triangulito y se arrellana en el sofá. La pantalla se ilumina con un señor mayor, parece muy áspero pero su semblante es amigable, delgado, pelo blanco rodeando una espléndida calvicie, vestimenta cómoda e informal. Informa que va a contar una historia.

La historia comienza en el encuentro con una chica muy jóven, mucho más jóven que él, que le pide ayuda en forma de asilo argumentando que no tiene donde ir, no tiene dinero y si tiene hambre. Él se niega rotundamente, reforzando su negativa con algunos insultos y desprecios pero, y en caso contrario no habría película, al final accede a regañadientes a que entre dos minutos, solo dos minutos. Entran a la casa y ella se queda a dormir.

En las siguientes escenas se les ve haciendo turismo, visitando la ciudad, hablan, bueno en esas escenas más que hablar él la llama palurda, torpe y demás lindezas mientras ella mantiene una sincera sonrisa y le responde como puede.

La peli está interesante, bien llevada, le está gustando pero en su casa no hay silencio, necesita silencio para ver una película, quiere silencio, no está solo, le dirigen preguntas, una conversación telefónica le obliga a rebobinar, vuelve a hacerlo. Nada, la incipiente burbuja se ha roto, contrariado coge el mando y busca el botón con el cuadradito, lo pulsa. Stop, la pareja desaparece y un anuncio ocupa su lugar. Se levanta mosqueado, no demasiado, no debe, tampoco es para tanto, luego seguirá viéndola.

Busca otra actividad, se coloca los cascos, suena Silvio, lo deja esperando que su suavidad le suavice a él. Abre una cerveza, decide cocinar algo, Silvio se va metiendo en su cerebro, abre el frigorífico, busca, sube el volumen, Silvio y la cerveza fluyen plácidamente en su interior, saca cuchillos y cacerolas, se apoya en la tabla y comienza a cortar, nota como reaparece la burbuja, todo va bien...

jueves, 19 de noviembre de 2009

Michelle




Navegando por internet encuentro esta reseña: "La mujer de los 300 orgasmos al día encuentra pareja"

El titular es llamativo ¿no?, la curiosidad y el morbo me matan, pico en el enlace y leo la noticia. En ella se habla de un padecimiento denominado "Síndrome de excitación continua", la cosa promete, una mujer continuamente excitada, el sueño deseado, aunque equivocado, de casi todos los tíos. Sigo leyendo.

La mujer que está siempre excitada es una inglesa que goza o sufre con 300 orgasmos incontrolados cada día. Si te paras a pensar en ello al principio suena como una verdadera gozada, un orgasmo continuo. La mujer necesita tener sexo unas diez veces al día. No sé para qué, la verdad, con tanto orgasmo imagino que su cuerpo estará más que calmado en el terreno sexual. Pero no, éste era uno de sus problemas, le costaba encontrar pareja capaz de mantener semejante ritmo amatorio. Inocentemente comenta que sus parejas "se cansaban" y no aguantaban el ritmo. No es de extrañar

No debe ser nada fácil encontrar hombres tan hombres, imaginarlo produce dolor de cabeza y cansancio de pene. Pero como en este mundo hay de todo, Michelle, que así se llama la activa mujer, ha encontrado felizmente una nueva pareja que está a la altura, mucha altura, de las circunstancias.

En la fotografía se la ve satisfecha, no es para menos, disfruta de 10 relaciones sexuales cada día y, además, por su cuenta, goza (creo que si, que goza) de 300 orgasmos diarios.

Se me ocurre que en esta pareja no se escuchará la consabida frase de "¿te has corrido?", lo llamativo será cuando Michelle no consiga alcanzar el orgasmo.

Mis mejores deseos para los dos amantes compulsivos.


viernes, 13 de noviembre de 2009

Buenos propósitos


[Autómata- Edward Hooper]

Era temprano, como casi todos los días a esa hora estaba sentado frente al ordenador, a un lado su taza preferida casi llena de café con leche, muy cerca un cenicero en el que humea un cigarro recién encendido, la radio comenta las últimas noticias, los diarios on-line complementan más detalladamente las mismas o parecidas noticias. Parece que el mundo no se mueve, todo suena a repetido, más de lo mismo con pequeñas variaciones en los protagonistas o en las circunstancias concretas. Algo está fallando. Le recuerda un poco a su vida. El mundo, el mundo que él conoce o que cree conocer, le parece energetizado por meras rutinas, dirigido por simples inercias, parece que cambia, parece que suceden cosas nuevas pero, al final, casi siempre es más de lo mismo, pequeños cambios para que todo permanezca igual. Su vida es parecida, todo funciona o medio funciona pero algo falla.

Rutinas, inercias, costumbres que confunden. Piensa que debería replantearse muchas cosas, tratar de romper esa dinámica, su propia dinámica. Modificar la del mundo debe ser bastante más complicado. Aunque cambiar la propia tampoco es tarea fácil.

Enciende otro cigarro, sabe que debería dejarlo pero..., quizás debería elaborar una lista de buenos propósitos, de acciones a realizar, de cambios deseados, debería hacerlo pero ...


lunes, 9 de noviembre de 2009

Dos cuerpos


 
Sus cuerpos desnudos descansaban sobre la cama caliente y desecha. Estaban callados, cada uno instalado en sus pensamientos. En la habitación solo se oía la respiración aún entrecortada de los dos cuerpos colmados. Silencio y quietud. Inactividad física, laxitud total. Sólo sus mentes conservaban energía operativa, sólo sus mentes actuaban, pensaban, recordaban, divagaban, sentían.

En ese momento parecían dormidos, abandonados cada uno a su suerte. Las ropas revueltas y esparcidas por el suelo confirmaban que esos dos cuerpos, ahora separados y ajenos, habían sido uno sólo hacía apenas unos instantes. Sus pensamientos, al igual que sus cuerpos, se habían fundido en uno. Cada mano, cada boca, cada sexo habían encontrado los acoples deseados y los movimientos perfectos, habían conseguido provocar gemidos cómplices de placer y deseo, habían logrado que sus cuerpos temblorosos y hambrientos  se arquearan al unísono a la vez que sus manos se aferraban con fuerza al asidero de energía física y emocionalmente satisfactoria que habían creado.  Deseo y razón felizmente complementados.

Uno de los cuerpos se movió ligeramente hasta sentir el cálido contacto del otro cuerpo. Los brazos maniobraron construyendo un nido suave y acogedor. Se acurrucaron gustosamente poniendo fin a las divagaciones de sus mentes.

- Te he querido mucho

- ¿Ya no me quieres?

- Qué más da, eso ya no importa ¿no?

- No lo sé, pero ¿por qué me lo dices ahora?

- Necesitaba que lo supieras

- Ya lo sabía, ahora sólo abrázame fuerte y acariciame otra vez

- ...


domingo, 8 de noviembre de 2009

Rarezas

[Noche estrellada - Van Goch]

Domingo, me levanto temprano, muy temprano. No he dormido bien y deseo refugiarme en el silencio espeso y cómplice de esas horas, un silencio tan callado que parece que no exista nada fuera de él, ni siquiera tus propios pensamientos.

Después, cuando el mundo va despertando y el silencio comienza su agonía, me coloco los auriculares y giro la rueda del volumen hasta que el sonido me impide oir, recupero la sensación de protección y soledad.

Tengo que coger el coche, un pequeño viaje, los altavoces escupen combinaciones de sonidos en forma de decibelios tan altos que la mente siente que no siente. La sensación protectora ha vuelto.

Durante el resto del día tengo que ingeniármelas para seguir protegido. Rodeado de gente es más complicado, sobre todo si no te apetece andar dando explicaciones, así que me invento mil ocupaciones complejas, intento no estar quieto y realizo cualquier actividad mental que consiga que las neuronas permanezcan o muy atontadas o demasiado ocupadas.

Silencios, sonidos, actividad, qué más da, el caso es no pensar, aún no.


miércoles, 4 de noviembre de 2009

Recuerdo


No podía quitarse de la cabeza la imagen de su pelvis perfecta.

Aquella tarde fue como un descubrimiento, como si fuera la primera vez que veía aquel vientre desnudo, como si su memoria no reconociera aquella superficie tersa y suave, como si sus dedos nunca hubieran recorrido esa parte de su piel.

Quizás fuera la postura, el ángulo de visión, quizás que hasta ese momento no había sabido ver, quizás que algo era diferente o quizás que sabía que aquella podía ser la última vez.

Quizás.

El porqué era lo de menos, lo único que importaba era esa imagen, el recuerdo de esa imagen y la sensación que lo acompañaba.

Habría querido congelar esa imagen, inmortalizarla, guardarla para siempre. Una fotografía, una pintura, cualquier método que permitiera que no se perdiera, que pudiera quedar viva para siempre.

No fue posible, en ese momento no fue consciente de que la imagen se movería, cambiaría de postura y se disolvería en el tiempo.

Ahora solo queda el recuerdo, el recuerdo mágico de esa imagen de simetría perfecta, de ese cuerpo desnudo marcado por una ligera línea de vello rizado y custodiado por el deseo.