La segunda oportunidad

miércoles, 14 de mayo de 2008

Desesperante inocencia


Apesar siempre ha sido como que muy inocente. Apesar siempre ha preferido confiar en la gente, creer que, mientras no se demuestre lo contrario, la gente es legal. Por supuesto que esa actitud le ha supuesto más un palo pero siempre lo ha entendido como daños accidentales y, por tanto, asumibles y superables.

Apesar es así, con la edad -ya más de 50 tacos- ha aprendido algunas cosas, no muchas pero si algunas y, quizas lo más importante, ha aprendido a fiarse de su intuición, de sus vibraciones, de lo que no se puede documentar -pon tu el nombre que prefieras-, ha ganado en seguridad y en perspectiva.

Y ¿todo eso le ha servido de algo?. Joder, qué pregunta tan retorcida. Digo yo que de algo le habrá servido pero también digo que, conociéndole, no de demasiado. Casi seguro.

Pero bueno ¿a santo de qué viene todo esto?.

Pues, la verdad, yo no lo se y mucho me temo que Apesar lo sabe menos todavía. Será un desahogo de los suyos o estará aburrido, aunque yo, que presumo de conocerle un poco, intuyo que está desilusionado, inocentemente desilusionado.

sábado, 3 de mayo de 2008

Un día de compras



Sábado 3 de mayo, un día en la mitad de lo que llamamos un puente laboral. Es un día perfecto para, en caso de no estar disfrutando de un maravilloso viaje, realizar compras, llenar el frigorífico, encontrar esos zapatos que necesitas, etc, etc.

Yo, como soy muy de costumbres y mi viaje ha durado apenas dos días, he dedicado gran parte de este sábado en ir de compras. Pero como soy como soy y, en el fondo, las dichosas compras me importaban un comino, he dedicado la excursión en observar al variopinto y colorido personal con el que coincidía en las zonas de compra.

Datos observados:

En primer lugar he constatado la llamativa cantidad de personas obesas que salen a comprar en un día como hoy. Obesos, nada de gorditos o gorditas ni nada de gordos y gordas, un montón de hombre, mujeres y niños (qué pena) obesos al más genuino estilo americano. Obesos pero, eso si, sin complejos, vergüenzas ni tapujos. Carnes al descubierto, camisetas de licra marcando enormes protuberancias, escotes enseñando senos inmensos, mallas fuertemente ajustadas, orgullosas barrigas, ...

El segundo dato es que el personal ha perdido el sentido de la oportunidad. Tanto en el mercadillo como en el Mercadona había cantidad de compradores ataviados con elegantes vestimentas, disfrazados como de boda, aprovechando eficazmente el tiempo antes de dirigirse a una de las mil comuniones que debía haber hoy en cada pueblo y ciudad de este país. Era curioso ver como las mujeres pugnaban por mantener el equilibrio en lo alto de esos tacones de fiesta a la vez que tiraban del carrito cargado de leche, fiambre de pavo y cocacolas light, mientras los hombres disimulaban la incomodez que les producia la americana y la corbata vanamente conjuntada.

El tercer dato es que, tanto en el mercadillo como en el super, todos hemos acabado cargados como burros, valga la expresión, tirando de bolsas repletas y carros rebosantes. O en casa no teníamos de nada o tenemos mucho vicio. Para que luego digan de la crisis.