Hoy ha sido un mal día.
La primera señal ha sido clara: un monumental atasco que hasta me impedía sacar el coche del aparcamiento. Ya se que todos los días hay atasco para llegar a la ciudad, está asumido, pero lo de hoy era El Atasco Perfecto, universal, inamovible e inenarrable.
Desplazamiento desde mi casa a Sevilla: 10 minutos sin atasco, 20 o 25 con atasco y ¡60 minutos con El Atasco!. Genial, el día comenzaba gracioso.
Por fin logro aparcar a solo 20 minutos del trabajo, el siempremirandoporlosciudadanos Ayuntamiento ayuda mucho en este sentido ya que hace unas semanas, antes del inicio de la obra de turno, aparcaba cómodamente a 5 minutos.
Llego a la oficina con cara de cabreo, voy a mi despacho y veo temeroso que la pantalla de mi ordenador tiene el clásico color azul de elwindowstevaahacerlapuñeta. No puede ser, como estoy cabreado todo lo veo negro, me acerco, toco el ratón, toco el teclado, toco la pantalla, compruebo los cables, enciendo una vela. Todo es inútil, mi máquina no me responde. Calma, desenchufo los cables de corriente, los vuelvo a enchufar, enciendo el PC, estoy atento a la pantalla, se enciende, apararecen las primeras letras, recupero la esperanza, leo ávido los mensajes que van apareciendo, ¡plas!, se queda parado en una horrible y triste pantalla oscura pidiendo yo qué coño se. Apago, enciendo, todo igual. Llamo a los de informática, vienen rápido, miran la pantalla y me devuelven una mirada como diciendo estoestábienjodido. Imploro, el puto pc tiene dentro los archivos de los documentos en los que estoy trabajando, no tengo copia y tienen que salir hoy. Cara de circunstancias y casi de pésame. Buscan una solución de emergencia, destripan el PC, cambian la fuente, sacan el disco duro, traen otro ordenador, intercambian piezas, encienden, nada, más intercambios, encienden, ¡funciona!, claro, como que es nuevo, pero yo necesito mis documentos, están en el disco duro antiguo instalado como segundo en éste. Vale, los veo, respiro. Los paso por la red a otro aparato para trabajar mientras se instalan las aplicaciones en el ordenador prestado.
Toda la mañana liado con las instalaciones, uno de los documentos terminado, los otros tendrán que esperar a mañana.
En el almuerzo me tomo dos copas de vino para compensarme por el mal trago mañanero, todo va bien. Todo va bien hasta que derramo la copa sobre mi camisa ¡cojonudo!, paso la tarde ocultando la nada discreta mancha con un chubasquero que tenía en el despacho.
Fin de la jornada, todo ha acabado. Subo al coche, doy al contacto, como respuesta escucho un ligero ronroneo, vuelvo a intentarlo, nada, ¡no puede ser!, ¡otra máquina que se rebela!. Me he dejado las luces encendias, debe ser la puta batería. Llamo a la grua, espero, aparece, me enchufa unos cables y ¡arranca!.
Acelero y huyo de este día horrible. Llego a casa y, por ahora, todo en su sitio. Toco madera y me acostaré tempranito. Hay días que es mejor no moverse.